4.10.10

Espejos

Te miras en el espejo. Me gustas. O tal vez no. Tal vez ni siquiera me reconoces. Te apoyas contra el muro y buscas en tus ojos, en mis años. Buscas el contenido de mis formas, una imagen que te integre.

Estás solo y te sorprende mi seriedad.

Te viene a la mente una serie de autorretratos pintados sobre espejos convexos. Me interesan los contrastes. Aparece la autora, dibujada apenas, con gesto serio; de rodillas, pintando la acción de pintarse, siendo la que quiere ser. 

La sutil firmeza del trazo te confirma que por ahí pasó.

Pero me falta la otra imagen, la del espejo, la de la persona que murió en esa acción. Se te ocurre que el juego podría llamarse “Aquí no hay realidad”.

Pero no. La serie se llama “El espejo frente a la realidad que está en pie detrás de mí”. Y la firme sutileza del dibujo tiene la virtud de transparentar esa realidad. Pues si te paras al frente, lo que veo es mi reflejo, deformado por el ángulo convexo. Apareces de pie detrás del autorretrato, y me veo a través de él. 

En ese juego te llamas realidad.

Pero lo que sientes es irrealidad. O la paradoja del tiempo en el espejo: la realidad es cambiante, la pintura hace permanente lo efímero, y la pintora deja ver a través suyo mi imagen distorsionada; pero lo efímero no está ahí, y el cambio es permanente, y tú lo representas, parado ahí, sólo que en esa imagen yo tampoco soy yo. 

Y los espejos son redondos: con angustia ves pasar una ventana de oportunidad. 

Recuerdas una lección aprendida, sobre la insensatez de confundir el juego del espejo con metáforas románticas. El espejo o la fatal pretensión de negar a alguien; sea para imponer tu propia imagen, sea para someterme a alguien más. Negación del propio romanticismo.

No es eso lo que quieres. 

Si acaso, buscas la realidad que está detrás del trazo. La realidad de la ficción – la realidad del arte – la realidad de la tragedia. 

Una voz te dice que no dependes de nadie para reconocerme en el espejo. Reconoces entonces mi reflejo. La imagen que ves es la de tu propia muerte, en vivo y en directo. Y ahora te gustas, y eres capaz de compartir.

El espejo se diluye. 

3.10.10

Lima

El gris refleja bien la ciudad
Aferrarse al humo
Condescender al aturdimiento