8.5.09

Un sueño

Soñé que iba a una especie de centro comercial con algunos amigos. Cola para entrar. Una vez dentro, en una primera sala, uno se sentaba frente a una computadora, en una especie de cubículo. Perdí a los amigos al concentrarme en la pantalla. En ella podía seleccionar infinitos productos, en la lógica de luego pasar a otra sala donde un vendedor los habría separado. Eran artículos estupendos a precios estupendos, pero yo ya los tenía o no los necesitaba.

Decidí que simplemente quería pasear por el resto de la tienda, recuperar a mis amigos y largarme. Antes me encontré con mi amigo Iron Man, quien corría en una máquina promocionando su causa de ayuda a niños abandonados. Nos saludamos con afecto, comentamos con desaliento el consumismo que nos rodeaba, nos deseamos suerte y seguí mi camino.

Horas antes había estado con un grupo de amigos, quienes me presentaron a A. A A se le empezó a hacer tarde para tomar el último metro. Para mi alegría, pues me habia gustado y deseaba hacerla sonreir, se notó su alivio cuando le ofrecí llevarla. En el camino me sorprendió que en realidad no me provocara iniciar una conversación. Finalmente esta surgió y paramos en un bar.

Luego de un par de cervezas y de contarse un poco nuestras vidas, impaciente por una definición y sin mayor estrategia le dije que me sentía atraído por ella, pero que simplemente no estaba ni quería entrar en ningún rollo. Pues ya me voy de esta ciudad, satisfecho para qué, y la experiencia me dice que es mejor irse sin compromisos. Cuando la dejé en su casa me dio un beso e intercambiamos teléfonos, agradeció la jalada y la sinceridad. Y qué creen, me ha enviado un SMS para volver a vernos.

Mi sueño siguió conmigo paseando por el centro comercial. Subiendo por una escalera en caracol en la que iban apareciendo entradas a tiendas por departamentos, y vitrinas que daban a distintos parques de diversiones. Entre estos, recuerdo un zoológico y una recreación del universo de Star Trek. Yo subía, puede que diez pisos, buscando a los amigos perdidos. Hasta que los encontré en la última entrada. El reencuentro amable y sin mayores efusiones.

Ahí nuevamente había que hacer cola ante una puerta. No estaba muy claro para qué era la cola pero había guardias vigilándola y gente peleando por su sitio en ella, a golpes. Los guardias retirando a los peleones nos permitieron avanzar con rapidez. Así que finalmente accedimos a las cajas, como en cualquier supermercado. Atrás de ellas estaba la salida al estacionamiento y a la luz del día. Ahí terminó el sueño, pues la luz del día de hecho me estaba despertando.

Creo que voy a llamar a A.