18.12.10

Las horas

El encierro es un cuarto hecho con rumas de periódicos. Las noticias en ellos son quejas arrugadas que acumulan años y polvo. La víctima de sí se cuida de no jalar mucho ninguna; por no revivir errores, por no tirarse el mundo encima, otra vez; por no recordar que olvidar es mejor.

Trata de no pensar en promesas o buenas nuevas. Como aquellas que en el pasado esbozaron poder ayudarle a desechar, o al menos a reciclar el tiempo muerto. Resultaron vanas al fin, sin un destino. Comprende que son y no son parte de su realidad. Entonces se mira el ombligo.

Las palabras fuego y redención resuenan a veces con deseo, creando vértigo desde un abismo interior. Pero su agresividad no alcanza para tanto. No quiere escapar, sólo arrimar los periódicos; un poco de aire. Se siente débil e inútil, pero vive. Y nunca realmente ha requerido ayuda.