5.1.10

El año nuevo

El año que pasó no ha pasado para mí. Es un año lento, como el anterior; de ciclo irregular y arbitrario, pero objetivo. Comenzó con flores y planes, tal vez en octubre o noviembre, he perdido la cuenta.
La novedad, hace unos 370 días, fue celebrarlo en su noche con champagne y fuegos artificiales. También recuerdo haber hecho una llamada de madrugada. Y en la mañana la primera acción, premonitoria, fue comprar el desayuno en una farmacia de turno.
El año viejo trajo ataques de pánico, cambios, control e insomnio. Y hasta tres inviernos. Si hubo amagos de calor, una parte de mí quedó congelada en el sur. Luego me mudé más al norte. El otoño fue una primavera magnífica y fugaz.
El año pareció terminar y comenzar de nuevo, varias veces. Tal vez, a pesar del blindaje anti fiestas, este sea uno de esos momentos.
Pero hoy es claro que el año que vendrá aún no empieza. Pienso que también será feliz, como dicen las tarjetas postales y los abrazos. Por lo pronto es seguro que traerá retornos, y que se jugará el mundial de fútbol.