Tiene el hombre mortal, Glauco, hijo de Leptines,
los ánimos según se le presenta el día
e ideas con arreglo a aquello en que trabaja
No obstante, establecerse en un nuevo país y empezar una nueva vida, no quita que, más allá del trabajo, las nuevas perspectivas y la literatura, persista la importancia de establecer vínculos espirituales. Pues el exilio suele ser una experiencia solitaria. Hablo de vínculos que no necesariamente lleven a sentir pertenencia pero sí tal vez conformidad con la permanencia del exilio (pues es posible que nunca se deje de ser exiliado). En primer lugar y por supuesto, una pareja estable y eso que llaman nucleo familiar. Por supuesto, hay diferentes formas de encararlo.
El exiliado debe tener en cuenta que, en la medida que el medio ambiente le es ajeno y requiere de él un esfuerzo de adaptacion, puede inducirlo a construir relaciones humanas en términos asimétricos. Por eso, debe intentar identificar las variables que le permitan adecuarse a la inevitable sensación de desarraigo sin que esto lo lleve a sentirse alienado. Tratar de comprender algo así como las partículas elementales de su ser, aquellas cuya estructura interna no puede describirse como una simple combinación de otras partículas.
(Digresión científico-romántica: para la física cuántica las partículas elementales son las piedras angulares del universo, de las que todas las otras partículas están hechas. Por cada partícula elemental existe una antípartícula de valores opuestos de la que esta seria indivisible. Por ejemplo, los quarks tienen a los anticuarks, una y otra partículas de colores que se observan siempre como partículas compuestas, de color neutro, llamadas hadrones. En teoría, las partículas elementales permiten predecir la existencia de partículas simétricas).
Pero seguramente este es un esfuerzo necio. El hecho, real y concreto, es que las relaciones humanas reflejan una suerte de puesta en escena del principio de incertidumbre. Según el cual, los valores de determinados pares de variables conjugables (tiempo y espacio, por ejemplo) no pueden ser previstos; pues, cuanta mayor precisión en el conocimiento de una propiedad, menor precisión habrá en el conocimiento de la otra. De donde se deriva la teoría del caos, tan válida para el universo como para la cotidianeidad humana.
No hay, pues, escape posible ni vuelta atrás a la incertidumbre generada por el exilio. Solo queda la actitud adoptada por Glauco, hijo de Leptines, para enfrentar el resto del viaje. Y por supuesto la escritura, que en efecto lleva a otras formas de exilio, en las que es factible intentar un mejor reconocimiento de las partículas elementales de cada quién y, quizás, del universo. Aun cuando el afán pueda ser vano, el proceso basta; eventualmente, alguien más podrá comprender.
Foto de Gregory Colbert.