13.7.09

Decires, suposiciones y esperanzas, un proyecto de historia

Digamos que morí un jueves. Viernes y sábado me velaron y domingo me enterraron. Igual que a la mayoría de los que íbamos en ese avión. Ataudes vacíos: jamás encontraron nuestros cuerpos, sólo nuestros nombres en una lista sin verificar.

Digamos luego que yo quería a M. O que estaba dispuesto a casarme con ella. Una disposición que crecía en proporciones inversas a la sensación de considerarla eso que llaman el amor de una vida. Era buena para mí, llevábamos una vida tranquila y eso parecía ya bastante.

Digamos también que A era mi amigo. Mi mejor amigo. No en vano hemos compartido una juventud estupenda. Nos conocíamos tan bien que en el fondo no me sorprendió lo que pasó luego. Cuántas veces nos regocijamos de nuestra capacidad para la traición.

Supongo que los hechos se precipitaron en forma previsible y comprensible. Me tocó ser testigo, a mí que pretendo no creer en casualidades. Primero pude ver en sus rostros el vacío y la urgencia común, la necesidad de escurrir una pena. Luego supe que venían de mi entierro e intuí que no por primera vez.

Supongo que fue para mí normal no encararlos y seguir bebiendo. Hundido en un cuarto de hotel, me enteré del accidente por la televisión. En el periódico del lunes vi mi obituario y empecé a comprender una historia increible. La historia que me permitió borrarme del mapa.

Supongo que hay justicia en esta vida. Que el castigo llega. Hoy siento pena por las dos o tres personas que me pueden estar llorando. Tal vez me estoy volviendo loco. Pero sobre todo siento que soy libre: de mis culpas, mis deudas, mis compromisos y mi identidad; muerto, es oficial.

Espero no volver a encontrar al demonio al que debo todo esto. Sin ella no hubiera desaparecido estos días y hoy estaría en paz, muerto de verdad en ese avión. No sabría qué decirle, no siento gratitud pero es seguro que el deseo me perdería otra vez, y quién sabe acaso ya para siempre.

Espero que finalmente se me olvide. Que M y A no se sientan culpables y, quién sabe, que puedan ser felices juntos. Siempre pensé que podrían ser una estupenda pareja. Espero que no sea tan duro para ellos continuar ni para mí empezar de nuevo.

Espero tal vez algún día encontrar a alguien que comprenda esta historia. Y poder aprovechar esta nueva oportunidad, acá donde nadie me conoce y nadie pregunta por el pasado. Que pueda ser alguien mejor. Mirarme al espejo y decirme que estoy vivo. Y sentirlo: que estoy vivo.